Como la llama eterna del fuego sagrado, la vocación arde en el espíritu de los
que saben adónde van. Por eso se los señala y hasta acusa de sectarios, de
insufribles o discriminadores cuando eligen los trabajos que aceptarán.
Porque cuando alguien mamó la profesión de muy joven, descubrió los secretos
del oficio desde temprano y aprendió a disfrutar de los rincones de una carrera,
es cuando sólo acepta lo que disfruta.
Este es el caso de gente como Luisa
Kuliok, Alfredo Alcón, Enrique Pinti… y otros pocos, que saben hasta dónde deben
ir y, primero, si quieren ir. ¡Esa es la cuestión! Porque ilustres actores y
referentes de sus ficciones, obras y la profesión de interpretar, nadie les
pondrá en la boca un texto con el que no comulguen ni tampoco bajo su piel un
personaje al que no toleren.
Sus trabajos pueden ser exitosos, no tanto, o
finales fuera de cálculo, pero nadie les podrá enrostrar que no han dejado la
vida en sus intentos, ni que les falte elaboración y talento a sus máscaras, ni
que le quiten energía a sus letras. Porque ellos pertenecen a esa casta de
trabajadores que se embarcan en los cuentos si están convencidos. Por eso, no
debe llamar la atención que Luisa Kuliok no quiera encarnar personajes oscuros,
malvados o ruines. Ella está convencida del mensaje, de la luz espiritual y,
aunque le ofrezcan la malvada más taquillera, se puede dar el lujo de
rechazarlo.
Aunque haya mucho dinero, aunque le den la cabeza del cartel, la
mejor sala de teatro o el mejor horario del "prime time" en pantalla. Esta Luisa
Kuliok marca el camino de la dignidad y no acepta lo que no puede ni quiere.
En este mundo de lágrimas y vanidades, no está mal y marca un estilo, que
profesionales de la actuación como ellos, sepan que decir que "no" también es
armar la calidad y el prestigio de un actor. Chau, hasta el Sábado… Show.
Por: Luis Ventura
Sábado Show
PERLITA:
Estaría bueno que el título de la columna de Ventura, de una vez por todas pueda hacerse realidad en este país. ¿No es cierto?
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